martes, 10 de noviembre de 2009



Pánico. Se acercó a mi espina como las primeras vibraciones de un frenesí ácido. Ahí estaba yo. Solo en Las Vegas, completamente torcido por las drogas, sin dinero en efectivo, sin historia para la revista, y como si eso fuese poco, una gigantesca condenada cuenta de servicios del hotel para pagar.
La posibilidad de derrumbamiento físico y mental es ahora muy verdadera. Ninguna compasión por el Diablo, tenga eso en mente.
Compre el boleto, tome el paseo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario